jueves, 22 de septiembre de 2011

...Y LO PEOR ESTÁ AUN POR LLEGAR

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¿Qué pasa con CC.OO. y UGT?




José Candela – ATTAC País Valencià
Toda persona que haya participado en la lucha política y social, durante periodos prolongados de su vida, sabe que, en las batallas que ha perdido, llegó un momento en que la percepción de derrota era insufrible. 

Y que le quedaron dos caminos: Uno, aceptar un compromiso desfavorable y salvar parte de los muebles. Dos, y a veces sin otra posibilidad, hacer como los partisanos en la “batalla de Argel”, inmolarse para dar ejemplo a las generaciones venideras. Uno, puede ocurrir en Europa, dos, es el caso en los países sometidos al colonialismo.
En mayo-junio pasado, se llamó a la movilización de los funcionarios, y la movilización fracasó.
En Septiembre, se llamó a la huelga general, y la respuesta se circunscribió a los polígonos industriales, con gran desgaste para los comités de empresa, y por lo tanto para los propios sindicatos.
En Diciembre, se intentó movilizar a la calle, con el resultado que todos conocemos, fuertemente jaleado por la prensa, especialmente por esa extraña alianza de radicales de salón y neoliberales que se aglutina en torno a Pedro J Ramírez y su cadena de medios, que junto a altos miembros del gobierno del PSOE, como Campa o la propia Ministra, creen que la acción sindical es un estorbo a la producción, y han emprendido una intensa campaña para desprestigiarlos: “burócratas agradecidos, vividores del subsidio público”,.. y otras lindezas.
En estos momentos, no estaría de mas recordar a quien representan los sindicatos. En primer lugar, a sus afiliados, y por extensión a los que los votan.

Pocas semanas antes de la firma del pacto, se produjeron concentraciones de delegados sindicales. Allí hubo mucho grito contra el gobierno, pero, también muchas advertencias de que no podrían sacar adelante una huelga, que la ausencia de paros el 29 de septiembre, en los servicios y los funcionarios, habían cabreado a los trabajadores, que habían perdido salarios y puesto en evidencia su posición en las industrias.

No obstante, y aquí conjeturo, las direcciones de CC OO y UGT sabían que si no podían obtener un armisticio, tendrían que ir a la huelga y jugarse el futuro sindical. La huelga del carbón en Gales y Escocia permitió a Margaret Thatcher hacer un recorte de derechos sindicales, al lado del cual las reformas aprobadas este año aquí son un brindis a la democracia.
Cada uno puede creer lo que quiera. Mi opinión está formada, y creo que se perdió esta batalla en las primeras semanas de Otoño de 1978, cuando se dejó en manos de los neoliberales la gestión de la crisis que ellos habían creado, y las fuerzas abiertamente neoliberales, las que no necesitan esconderse en subterfugios, fueron ganando una a una las elecciones en Europa. Han habido protestas, y han sido acalladas, sin mas drama que el de aquellos que han perdido su trabajo y han sido abandonados a su suerte. Europa, mas en concreto los trabajadores de Europa, pagarán muy caro este error.
Otras batallas han empezado, en otras latitudes. Pero, hoy por hoy, en Europa, no existe la contestación real, la que reúne a millones de personas en la calle. Y no porque las organizaciones existentes no quieran, sino porque no tienen respaldo social.
Aunque quede muy antiguo, cada uno tiene su tradición, y, como ilustración, termino con un texto de Antonio Gramsci, “abstrac” de la “Carta al Comité Central del PCUS (bolchevique) de 14-X-1926:
“Camaradas, jamás en la historia se ha visto que una clase dominante estuviera en su conjunto en condiciones de vida inferiores a las de determinados elementos y estratos de la clase dominada y sujeta. Esta contradicción inaudita es la que ha reservado la historia para el proletariado (en la URSS-1926).. Esta contradicción se presenta también, .., en los países capitalistas en los que el proletariado ha conseguido objetivamente una función social elevada,..de ella nacen ..el espíritu corporativo y las estratificaciones de la aristocracia obrera…” En este párrafo, Gramsci anticipa lo que va a ser el centro de su obra en la carcel: Los problemas de hegemonía que implican la posición subordinada del proletariado respecto de sus aliados, y también los efectos que las nuevas formas de organización de la producción, y el sindicalismo de rama y corporativo (muy ligado a las formas tayloristas de organización del trabajo) plantean para la acción política de los partidos obreros.