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Las calles cubiertas de piedras del barrio de Aminetu Haidar en El Aaiún, la capital del Sahara Occidental, fueron ayer el rastro que quedó tras la actuación de la policía y los antidisturbios marroquíes, que tomaron las calles adyacentes a la casa de la activista, para evitar que nadie se acercara a ella. Una invasión a la que los vecinos del barrio respondieron a pedradas.
El objetivo de la policía quedó claro: impedir la celebración por el regreso de quien se ha convertido en un símbolo para los saharauis y, por encima de todo, cerrar el paso a los periodistas que se habían acercado a la zona para evitar que informaran de la alegría popular por el regreso de Haidar y de la represión que siguió a los gritos en su favor, los yuyus de las mujeres y las bocinas de los coches, que no dejaban de sonar.
Haidar ya está en El Aaiún